Vamos a ver cómo se forma el carbón vegetal, pero antes te voy a hablar de la ruta de las carboneras de Lagrán (Álava). Además de ser cultural, es un verdadero espectáculo para los sentidos y te va a encantar. Si no te interesa la ruta puedes ir directamente a ver cómo se forma el carbón vegetal.
Si quieres estar al día de lo que publico, puedes apuntarte a la lista de correo mediante este enlace o suscribirte a mi canal de YouTube.
Senda de las carboneras de Lagrán
Casi toda la información que hay de esta ruta empieza en el pueblo de Lagrán (Álava) y te lleva hasta el monte Cruz del Castillo, en la Sierra de Cantabria o de Toloño (depende de a quién le preguntes). Es una ruta que es un verdadero espectáculo, pero tiene un desnivel considerable, así que os voy a plantear una alternativa por si vais con niños o no estáis muy en forma.
Saliendo del pueblo de Lagrán, hacia el sur hay una pista de concentración parcelaria en buen estado que recorre unos 1.500 metros hasta llegar a una esplanada de tierra junto al primer cartel de la ruta. Puedes dejar allí el coche y te ahorras 3 kilómetros entre ida y vuelta. Eso sí, ya que vas, toma un café o una cerveza en el pueblo aunque sea, para dejar algo de dinero en la zona y que sigan pudiendo ganarse la vida.
El entorno

Esta ruta (su nombre técnico es PR-A 50) comienza en un bosque de quejigo (Quercus faginea), pero en nada te va a adentrar en un hayedo de cuento. Evidentemente, la especie predominante es el haya (Fagus sylvatica), pero va a estar acompañada en gran medida por el boj (Buxus sempervirens) y todo ello bien cubierto de líquenes y musgos. Si te gusta la naturaleza o la fotografía de naturaleza vas a flipar con este paisaje. Yo tuve la suerte de pillar niebla y… bufff. Te recomiendo llevarte una guía de plantas o una de hongos porque hay una biodiversidad espectacular.
La zona es bastante caliza y si llegas a la cima vas a poder disfrutar de anticlinales y cabalgaduras impresionantes.
La ruta
La opción asequible es la de dejar el coche al inicio del bosque y subir solo hasta la última carbonera. Si haces esto tendrás entre ida y vuelta unos 5 km con un desnivel en torno a 250 metros. La que sale de Lagrán y sube hasta la cima del monte Cruz del Castillo son unos 10 km con 680 metros de desnivel. La primera opción es asumible para casi cualquiera a pesar de ser todo el rato cuesta arriba. El camino serpentea por la ladera y a veces parece imposible que por allí circularan carros y es que comparte ese tramo con la ruta del vino y el pescado. Esta es la que unía la zona de La Rioja y Castilla con el Cantábrico (GR-38) y por ella discurrían estas mercancías.
Durante todo el recorrido te vas a ir encontrando con carteles que te explican un poco sobre la vegetación de la zona, así como los procesos de obtención del carbón vegetal. Está todo perfectamente señalizado y no hay posibilidad de perderse.
¿Cómo se forma el carbón vegetal?
Los que me seguís ya me habéis visto hablando varias veces sobre cómo se forma el carbón o diferentes minas de España, pero eso no tiene nada que ver con lo que estamos tratando hoy. Todo lo que ya os he contado es sobre el carbón mineral, pero hoy voy a hablaros de carbón vegetal.
¿Qué es?
El carbón vegetal se forma a partir de madera y para que el proceso de carbonización tenga lugar, se tiene que cocer. Para ello hay que elevar su temperatura hasta unos 700º, pero en ausencia de oxígeno. ¿Qué pasa si hay oxígeno? Pues que arde, se quema y se transforma en ceniza y eso es lo peor que nos puede pasar. Sin embargo, si lo cocemos, lo que ocurre es que eliminamos el agua y los volátiles (aceites esenciales, CO, CO2 y otros gases). Con esto lo que conseguimos es dejar solo lo que nos interesa: Carbono. Así, aumentamos la concentración de carbono hasta un 95%.
Como resultado obtenemos un material de color negro, que se parece bastante al carbón mineral, pero que al tacto se nota diferente. Lo primero es que mancha muchísimo y además se siente muy ligero, ya que es muy poroso (debido a la pérdida de todos esos gases). Es frágil y con muy poca fuerza puedes romperlo, pero al tener tanto carbono es un combustible excelente.
¿Cómo se obtiene?
Como ya os he dicho, se obtiene de la madera, así que lo primero es conseguir una buena cantidad de ella. Lo más habitual es talar los árboles (ya que hace falta una gran cantidad de materia prima), pero en algunos sitios lo que se hacía era crear árboles trasmochos. Este sistema consiste en podar las ramas a una altura de unos 3 metros y utilizar su madera sin tener que matar al árbol. Las especies más utilizadas eran el roble, la encina, el haya, el castaño… aunque se ha hecho carbón con otras muchas.
Una vez que tenemos la leña hay que llevarla hasta el lugar donde se formará la carbonera. Dicho parece fácil, pero hay que tener en cuenta que se hacían carboneras con 20-50 toneladas de madera o incluso más. Al ser un proceso tan costoso, ya que te pones, lo intentas maximizar.

Hay varias formas de crear la pira, pero os voy a explicar la que se usaba en esta zona de Álava. Se coloca un poste central que hará las veces de chimenea y alrededor del mismo se empiezan a disponer los troncos más gruesos. Poco a poco se va aumentando el tamaño de esta «montaña» agregando los maderos medianos y finalmente los más finos. Conseguimos así crear una estructura en forma de domo de más de 2 metros de alto y unos 7 metros de diámetro. Es importante que todo quede lo más apretado posible y con la menor cantidad de aire.

La carbonización
Con la madera amontonada de forma ordenada, se pasa a cubrir todo con tierra, musgo, helechos o lo que tengas. El caso es que tiene que quedar aislado por algo que no se queme e impida la entrada de oxígeno. Ahora llega el momento de darle fuego y para ello se meten astillas por el hueco de la chimenea, seguido de brasas, más astillas, más brasas… Cuando ya se ven las llamas salir por el hueco, este se tapa. Pero claro, si no entra aire, el fuego se apaga y no se nos cuece, así que el carbonero tiene que hacer unos agujeros lo suficientemente pequeños para que no arda, pero lo suficientemente grandes para que no se apague. Todo un arte. A medida que avanza el proceso hay que hacer agujeros en las zonas bajas de la carbonera para que se cueza por todas partes.

Durante el proceso de carbonización, la madera merma un 75% de su peso y el volumen también se ve afectado, así que la carbonera se va hundiendo poco a poco. Hay que evitar que colapse, porque entraría el oxígeno y ardería toda la pira echando al traste todo el trabajo. Para conseguir que se mantenga compacta se golpeaba por la parte superior con un mazo y era muy habitual crear una escalera por un lateral para poder acceder mejor.
El trabajo del carbonero continúa entre 2 y 4 semanas, dependiendo del tamaño de la carbonera, durante las cuales tendrá que estar vigilando todo el tiempo. Casi no podrá dormir o descansar y es que si se distrae o deja desatendida la pira, esta podría arder o apagarse por completo.
La recompensa
Finalmente el humo cambia de color y es indicativo de que el proceso a terminado. Se deja enfriar todo varios días y después se quita la capa de tierra o musgo que hay por encima. Una vez con el carbón al descubierto no queda más que cargarlo en sacos y bajarlo al pueblo para poder venderlo. Era muy habitual utilizar mulas para llevar a cabo este trabajo tan duro, aunque también se podían utilizar carros si la orografía lo permitía.
Usos del carbón vegetal
Desde que el ser humano domina el fuego, hace uso del carbón vegetal. Los restos de las hogueras que no han quedado convertidos en ceniza se utilizaban para dibujar trazos en la roca o se mezclaban con grasa o sangre para crear pigmentos.
Hoy en día el uso más conocido es el de las barbacoas, y es que debido a su alto poder calorífico y su bajo peso, nos permite hacer unas brasas estupendas para asar carnes, pescados y vegetales.
Si nos vamos al terreno industrial podemos encontrarlo en la fabricación de pólvora o como filtro natural. Debido a su alta porosidad puede retener gran cantidad de partículas.
Dentro del terreno de la agricultura ecológica, se utiliza un carbón vegetal hecho con restos vegetales para mejorar las propiedades del suelo. El biochar, que es como se lo conoce, no se utiliza como combustible y es que al agregarlo al suelo sirve de fertilizante, regula el pH y estimula la actividad microbiana.
Aún así, el uso mayoritario ha sido el de alimentar las fraguas y las ferrerías. Para fundir el hierro se necesitan temperaturas muy altas, imposibles de conseguir si quemamos solo madera, así que hasta que el carbón de coque se popularizó, fue el combustible principal. Además, gracias a su poder reductor, el carbono se puede alear con el hierro para formar acero.